sábado, 8 de junio de 2019

¿Por qué Twitter no es masivo en educación?

Hace unos días, tuve un incidente en mi centro a raíz de unos tweets que había publicado sobre un tema espinoso, qué hacer con el alumnado en las reuniones trimestrales mientras sus familias acuden a las mismas. En junio, suelen ser a la una de la tarde, y nuestro centro no dispone de monitores suficientes en el comedor para hacerse cargo de los muchos chicos y chicas que se quedan hasta que terminan las reuniones. Normalmente, el equipo directivo supervisa qué hacen los alumnos, situados en el patio delantero del centro. Esta vez, hemos querido organizarlo con la colaboración del profesorado adscrito a cada equipo docente o ciclo. Y ha habido cierta polémica. Pero ése no es el tema del artículo.
Normalmente, el profesorado de mi centro, salvo alguna excepción, no muestra interés alguno en lo que publico en Twitter. Y tampoco por Twitter, en general. Sigo creyendo que alguien ha chivado lo escrito, con el interés de crear malestar. Siempre hay almas caritativas que ayudan a enredar las cosas, en sus centros y, si puede ser, en otros. El episodio me ha hecho reflexionar sobre el uso de Twitter, y, sobre todo, por el desinterés que muestran tantísimos docentes por esta red, tan útil para la docencia y para la mejora, la cooperación y el desarrollo profesional del profesorado.
A veces, nos creemos, los usuarios de Twitter, que todo el mundo está aquí, que es un medio muy extendido. Y no es así. Tal vez es por la propia manera de funcionar de Twitter, que exige, a mi entender, más que Facebook e Instagram, donde la imagen predomina, la foto es más esencial. FB e IG están pensados para dar a conocer qué se hace, tanto a nivel personal como profesional (sin perder de vista a LinkedIn). Twitter exige un mayor dominio del lenguaje, sobre todo en la añorada época de los 140 caracteres. La ironía, el doble sentido, el juego de palabras, tienen en esa red un campo abierto para exponerse, triunfar o, también, ser ignorados y no tener ni un mísero favorito que mostrar. He de decir que echo de menos la estrellita de fav, más lógica que el corazoncito actual, que ha distorsionado, en mi opinión, lo que era su intención primera, y que yo usaba como un marcador de hallazgos interesantes, o como algunos usuarios decían, bookmarking.
Por eso mismo, por sus características, Twitter es ideal para compartir reflexiones, colgar artículos comentados, enlazar contenidos interesantes. Todo eso se puede hacer en Facebook, se dirá. Sí, pero lo que hace diferente a Twitter es el predominio de la palabra, la inmediatez en la respuesta, la posibilidad del debate y del intercambio de opiniones... Supongo que conocemos iniciativas como la #eduhora, que todos los martes a las diez de la noche plantea un tema educativo previamente consensuado para que quien quiera opine y aporte. 
Esta fortaleza de Twitter, la posibilidad de debatir, también puede convertirse en una de las dificultades o déficits que presenta. No todo el mundo opina de manera respetuosa, y las pedradas dialécticas, los insultos y los linchamientos son demasiado habituales en esta red. Cierto es que la educación se ha mantenido bastante al margen, por regla general, del tumulto que acompaña a la discusión política o de temática social, aunque alguna salpicadura nos hemos llevado. La artificial división entre innovadores (de cualquier manera) y tradicionales (también grosso modo) no ayuda, por supuesto. Así, una herramienta que considero fundamental y utilísima para la docencia, puede ser vista con desconfianza para quienes no se han acercado todavía desde las aulas educativas. Preocupante, sin duda. Porque la gran mayoría de los docentes que estamos aquí no busca polemizar, sino compartir y aumentar sus conocimientos. Tantas iniciativas de colaboración en red, como #piensameelamor, #callejeroscientíficos, o acerca del libro y posterior película "Wonder" como ejemplo de trabajo conjunto entre cine y escuela... Todo eso ha surgido o ha crecido en Twitter.
También tenemos en cuenta que asociaciones de docentes inquietos, como Novadors, Aulablog, Espiral, Un entre Tants, utilizan Twitter de manera destacada para dar a conocer sus eventos, publicaciones o certámenes. Por tanto, vuelvo a la pregunta inicial: ¿cuál es la causa de que tantos miembros del profesorado desconozcan Twitter, vivan de espaldas a la realidad de la red del pajarito azul, con lo que aporta o puede aportar? 
Nick Youngson CC BY-SA 3.0 Alpha Stock Images
en http://www.picpedia.org
Es cierto que la mecánica comunicativa es más laboriosa que en otras redes, como ha quedado dicho, pero nadie nació aprendido y todos hemos ido incorporando conceptos y prácticas. Otra cosa es que sólo se conozca de Twitter el ruido mediático, los gritos, que suelen ser los que llegan a los medios. Así y todo, abrirse una cuenta es gratis. Y sencillo. Y como la grandísima mayoría de usuarios no queremos ser estrellas del Twitter, podemos relajarnos y disfrutar de la experiencia. Es fundamental, eso sí, elegir bien a quien se sigue para evitar sorpresas o para que el timeline no carezca de interés.
No se trata de demonizar a nadie ni sacar conclusiones de trazo grueso. Tal vez muchos docentes no han oído hablar del #PLE, acrónimo en inglés de Personal Learning Environment, o como se tradujo aquí, Entornos Personales de Aprendizaje. Oí hablar de este término y sus implicaciones a dos grandes de la educación actual en la universidad, como son Jordi Adell y Linda Castañeda. De hecho, ya en 2013 publicaron Entornos personales de aprendizaje: claves para el ecosistema educativo en red. El PLE es el conjunto de relaciones, referencias, puntos de apoyo, que contribuyen al perfeccionamiento y la mejora docente, una nueva manera -o quizás sería más adecuado decir una manera más amplia, más expandida- de formarse con libertad de elección. El PLE está formado por colegas de profesión, por otros docentes, que van entretejiendo un sistema (ecosistema lo denominan los autores anteriormente citados) relacional que aumenta de manera inusitada las referencias y el conocimiento disponible en la red. Se llega así a la heutagogía, o aprendizaje autodirigido, en la que el aprendiz posee la madurez y los conocimientos iniciales para poder llegar con éxito a sus fines de mejora profesional. Evidentemente, si falta esto último -y primero, si se permite el juego de palabras- el interés por la mejora profesional, no se empieza ninguna búsqueda.
¿Se puede elaborar un PLE sin redes sociales, sin Twitter? Evidentemente que sí, y los centros deberían ser lugares de aprendizaje entre docentes y de colaboración con otras escuelas. Pero renunciar a toda la capacidad que tiene internet en este sentido, me parece un error mayúsculo. Un PLE sin redes para compartir será poca cosa. Una presencia en redes que no aporte a la realidad del aula, tampoco será más que un entretenimiento banal. Aunque, mejor estar en Twitter que no, malgré tout.

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