sábado, 18 de marzo de 2023

Etapas del claustro tuitero, balance provisional, pero que cierra mi reflexión.

Este es un artículo conclusivo. No sé si está bien expresado de esta manera, pero me sale decirlo así: es un artículo para cerrar un tema que me ha ocupado, aquí y en Twitter, durante un par de años, por lo menos. Creo que va siendo hora de cerrarlo como objeto de reflexión, porque no me aporta a mí y, probablemente, tampoco lo haga a vosotros, sufridos lectores.
Me refiero a cómo ha cambiado la relación entre docentes en las redes y, sobre todo, en Twitter. Llevo en esta red desde agosto de 2010, cuando con otro amigo y compañero docente nos acercamos a Baeza, sede de la UNIA, a cursar un seminario con Alejandro Piscitelli sobre Edupunk. 
Allí conocí a Juanfra Herrerro, Juan Bueno, entre otros que todavía pululamos por aquí. Recuerdo perfectamente que uno de los días del curso, Piscitelli nos pidió que nos abriéramos una cuenta de Twitter, ya que nos serviría para el curso que estábamos llevando a cabo. Dicho y hecho. Hasta hoy.
Twitter se mostró como una herramienta sensacional para contactar con otros docentes y poner en marcha actividades compartidas entre distintos centros, actividades colaborativas sobre poesía, ciencia, investigación... Además, sirvió de soporte a grupos y asociaciones que surgían al calor de las nuevas tecnologías, sobre todo: Espiral, Novadors, Aulablog, Un entre tants, el EABE en sus distintas ediciones... Me dejo muchas, seguro, aunque estas han estado presentes en las redes de manera continua, alguna hasta hace bien poco. 
Fue una primavera educativa, si se quiere. Si los Movimientos de Renovación Pedagógica habían decaído tras los noventa, después de la Transición y la LOGSE, aparecieron con ímpetu estos docentes que se agrupaban para encontrar una nueva manera -una manera renovada, mejor- de impartir clase, de construir conocimiento con el alumnado.
Fue el movimiento 2.0, un intento un tanto anárquico, creativo, de colaborar y poner en funcionamiento estructuras que permitieran el conocimiento de otras realidades, por una parte; y también el reconocimiento de nuestras prácticas en otros lugares hechas por profesionales que compartían nuestra visión de la enseñanza y de la escuela. Se crearon vínculos temporales que dieron lugares a encuentros, cursos, conferencias... de docentes entre docentes, principalmente. 
Al mismo tiempo, se iba teorizando sobre lo que estaba ocurriendo, y así surgió el concepto de PLE, Personal Learning Environment, o Entorno Personal de Aprendizaje, referido a todos los recursos, de cualquier tipo, que servían para la formación continua del profesorado, a nivel formal o informal. Todo aquello se resumió en la afortunada frase: "El mundo es mi claustro". 
Para muchos, fue una ayuda encontrar colegas de profesión con los que compartían, en ocasiones, mucho más que con aquellos que estaban en la clase de al lado. Twitter fue aglutinador y liberador.
Pasó el tiempo y el ardor, como es lógico, fue decayendo, aunque el asociacionismo seguía en auge, con la fuerza de lo nuevo y de los que se van incorporando animados por lo que se transmite. El altruismo, la colaboración desinteresada, se mantuvo, pero aparecieron la profesionalización, la monetarización de las experiencias. Se empezó a ganar dinero, por parte de algunos docentes que habían destacado en su práctica, normalmente por un buen dominio de las TIC, y surgieron perfiles de referencia en las redes. Podemos hablar que aparecieron los gurúes, término que aprovecharemos a pesar de sus controversias en cuanto a su uso. No es la cuestión aquí: se pasó, a mi entender, de una horizontalidad rizomática (si se me permite la referencia) a otra más difusa que tenía cierta jerarquización y permitía, lícitamente, hacer caja por mostrar lo que se hacía.
Se extiende la necesidad de innovar. Se pierde la palabra renovación, más acorde a la tradición pedagógica española, y se sustituye por un término más propio de la empresa. Lógicamente, no fue lo único empresarial que pasó a la innovación educativa. 
Pasó el tiempo, se mantuvo esta manera de funcionar puesto que los centros de profesores, las universidades, las propias asociaciones de docentes continuaron contando con los gurúes. Muchos de nosotros desconfiábamos de aquellos que habían construido un discurso (uno solo, ojo) e iban pueblo por pueblo a ver quién creía su buena nueva. No vamos a decir nombres que están en la mente de muchos, no sería elegante.
Como decía, pasó el tiempo, algunos ya se desengancharon de Twitter y del asociacionismo -en muchos casos, por edad- y hubo un cambio brusco en las relaciones en la red. Lo que había sido un espacio al margen de las dinámicas más agresivas de Twitter, que estaban en el debate político o en torno a los odios y filias de los tweetstars, el espacio educativo, empezó a imitar los malos modos de aquellos territorios. Es el tercer momento en que estamos, y creo que no hay marcha atrás. Se han creado unos bandos cerrados, fuertemente vinculados entre sí y enfrentados en cada tema que se propone. Pero, además, se ataca lo que proponen otros compañeros en su práctica, exponiéndolos a críticas fuera de contexto, sin saber, casi nunca, nada de quién comparte. Se busca lo inmediato, lo impactante, para descalificar al contrario. Ya este vocabulario, hablar de contrarios, debería hacernos pensar. 
Han surgido asociaciones, pero en un sentido distinto a las de hace una década larga. Son asociaciones a la contra, si se me permite, teñidas de una sospecha generalizada hacia prácticas no coincidentes con las propias. Eso no significa, por supuesto, que no se lleven a cabo actividades interesantes y que tengan utilidad para el colectivo docente. Pero, para la parte concomitante, sobre todo, del mismo.
Podemos concluir que el debate que se tenía en algunos claustros sobre metodología, exigencia, innovación... ha pasado a las redes pero no lo ha mejorado, todo lo contrario. Ahora podemos decir, con cierta sorna: Twitter es como mi claustro.
Además, se ha seguido con la tendencia a monetizar, más que la práctica, la presencia en las redes, a través de publicación de libros, artículos en revistas... Como decía antes, de manera muy lícita. 
Con respecto a la etapa anterior, se ve claramente que se ha perdido la voluntad de consensuar puntos de vista en educación. Se va a una imposición, un quedar por encima del otro a cualquier precio. Y así, seremos jaleados por un grupo de entusiastas de lo que digamos. Una balcanización en toda regla. El argumento se sustituye por el eslogan, como en política. El bloqueo preventivo, en grupo, como estrategia. Muy cansado, todo, la verdad. Y los que no entramos en esto, no por ser almas puras, que no lo somos, sino por ese cansancio y esa ineludible pugna sin fin ni sentido, somos equidistantes. Sospechosos en los dos bandos, imagino. 
http://jcdonceld.blogspot.com/2012/08/l
a-guerra-de-trincheras-en-la-primera.html
¿Cómo afecta esto al conjunto del claustro virtual? Ha habido muchos que se han ido a otra parte, o vegetan esperando tiempos mejores. Gente valiosa, que aportaban gratuitamente, con altruismo. Docentes que, como ha pasado esta semana, suben contenidos de sus alumnos y tienen que leer descalificaciones gruesas, sin ninguna necesidad. Se habla mucho sin saber y, lo que es peor, sin querer saber.
Se va imponiendo, en Twitter, como en la guerra de trincheras tan propia de la I Guerra Mundial en Francia, una tierra de nadie con cadáveres en descomposición, boquetes, proyectiles... y silencio, mucho silencio. Callan aquellos que no quieren bronca, que no quieren ser señalados ni vilipendiados, que no quieren una pedrada simplista en su TL. No se ve el armisticio todavía, la verdad. La desolación es evidente.


2 comentarios:

  1. Le entiendo perfectamente. El panorama es desolador para llevar a cabo ese diálogo que, por cierto, todo el mundo invoca, incluso quienes lo hacen imposible en cuanto alguien no es considerado como uno "de los nuestros."

    ResponderEliminar
  2. El problema es esa clasificación, como bien dices, en un bando inamovible. Sube la agresividad, se diluye la búsqueda de consenso. Vendrán tiempos mejores. Gracias por comentar, José María.

    ResponderEliminar

El día del libro, o un libro cada día

  El origen de este artículo se debe a un mal funcionamiento de internet. El domingo 21 de abril entré a las Charlas Educativas en Twitter y...