lunes, 4 de junio de 2018

Leyendo "Más escuela y menos aula": cómo se pasó de la escuela al aula.

Hace unos días he terminado la lectura de "Más escuela y menos aula", de Mariano Fernández Enguita, @enguita en Twitter. El autor no necesita, a estas alturas, presentación pública: catedrático de sociología, desde hace unos años en la Complutense de Madrid, antes en la Universidad de Salamanca, con una larga serie de títulos publicados sobre educación, principalmente. Recordaré siempre el artículo "¿Es pública la escuela pública?", porque recogía inquietudes que yo mismo había sentido con respecto al ejercicio de mi profesión, la docencia, en el ámbito de lo público. Su visión, frecuentemente crítica con ciertas actitudes del profesorado (de parte del mismo, sobre todo), le ha dado fama de polémico, aunque siempre argumenta sólidamente a partir de investigaciones que cita o en las que participa. 
En esta ocasión, su última obra aborda un tema de actualidad, objeto de debate entre el profesorado, ya desde el título: la relación entre aula y escuela. En una primera parte, realiza una arqueología de la escuela, una revisión histórica, para explicar la pervivencia -y la crisis actual- del modelo de aula que surgió en Europa a partir de la escolarización masiva propia de la Revolución Industrial, principalmente a principios del siglo XX (lo que el autor denomina "El triunfo de la institución", que da título al segundo capítulo. También repasa algunas alternativas conocidas a la escolaridad masiva, como las propuestas de Ivan Illich acerca de la desescolarización o sociedad desescolarizada; los recelos anarquistas hacia la escuela estatal, que en España protagonizó el pedagogo Ferrer i Guàrdia, fusilado tras los disturbios de 1909 en la Semana Negra de Barcelona; o la crítica de Althusser a los aparatos ideológicos del estado, de los cuales la escuela forma parte privilegiada.
Por razones de extensión, dividiremos la recensión en dos partes (al menos) y hoy dedicaremos el artículo a esa arqueología que Fernández Enguita lleva a cabo en su obra.
Portada de la obra, en www.edmorata.es
Como decíamos, el repaso sobre la escuela y la configuración de esta en un agregado de aulas (ojalá pudiéramos hablar propiamente dicho de colegio, es decir, de conjunto relacionado), se ha de detener en el siglo XIX, que contempló el paso de la escuela al aula, con la universalización, al menos legal, de la escolaridad. Con anterioridad, el aula -la escuela- era un lugar diverso, con distintas edades, diferentes actividades al mismo tiempo, y un maestro o maestra que supervisaba, mandaba tarea, pero no "dictaba la lección" como lo entendíamos en 1980, por ejemplo. La lección surgió, sobre todo, con los intentos racionalizadores del siglo XVII, que Fernández Enguita agrupa bajo el epígrafe de ignacianos, moravianos (o seguidores de Comenio) y lasalleanos. Resulta interesante, y útil para el profesorado, ver cómo surgió la lectura en el aula según la hemos ejercido o sufrido, depende de cómo se mire. Fue Comenio quien aportó un método para "enseñar todo a todos y totalmente", aprovechando la imprenta, gran aliada de la lectoescritura, y el antecedente del libro de texto, que ha arraigado tanto en la cultura escolar y docente. Leer por turnos, por ejemplo, viene de Comenio. ¿Cuántos docentes lo sabemos, o lo recordamos? También las aportaciones de La Salle buscan mayor agrupación y homogeneización: grupos clase, lecciones... Y todas esas prácticas, como las jesuíticas en secundaria, con una Ratio Studiorum bien estructurada, han ido configurando la escuela y, sobre todo, el aula. Han ganado un peso institucional que envuelve todo aunque no se vea su influencia de manera grosera (ese es su mérito, evidentemente). Es como corregir con bolígrafo rojo: no sabemos por qué se hace, pero se sigue haciendo. 
La lectura, o su aprendizaje en las aulas, es quizás la parte más maltratada por la falta de reflexión docente. Y ante la falta de referentes teóricos -que los hay, pero tantas veces se desechan- se echa mano... de la propia experiencia discente, es decir, de cómo se nos enseñó a nosotros. Se perpetúa la práctica comeniana, que dura ya siglos. Con un poco de suerte, se disculte si método global o silábico en educación infantil, y se pasa a lo de siempre en primaria. Ya sé que hay excepciones, afortunadamente. Y tenemos materiales a nuestro alcance que permiten superar esa tradición incuestionada.
Pero volvamos al aula, y a la obra. El autor habla de la aparición del aula-huevera (egg-crate classroom), con sus pupitres fijos, su enfoque hacia la pizarra y la mesa del docente, la tarima, tantas veces, como propia de la escuela industrial, que preparaba para la fábrica, que racionalizaba el tiempo y que acaba con los vestigios de la scholé, de la escuela diversa con distinto aprovechamiento del tiempo, edades dispares y mayor libertad de actividad por parte del alumnado. También se institucionaliza la escuela como lugar del aprendizaje, y más concretamente el aula, a la que se adapta todo. Llega a convertirse, el aula, en el "teclado qwerty" de la educación. Explica Fernández Enguita (página 81) que la disposición de las teclas que ha triunfado y que conocemos todos se introdujo para ralentizar la velocidad de la mecanografía, a fin de evitar las averías o encabalgamientos de las letras al imprimirse, hecho que ha desaparecido en los teclados informáticos. Sin embargo, el teclado ha pervivido. Como el aula. A semejanza del tipo de teclado, más preocupado por evitar interrupciones que por la eficacia en el aprendizaje, el aula del XIX optó por un modelo monitorial y no simultáneo, es decir, dependiente del control docente en casi todo, obviando un enfoque de coaprendizaje o tutorías entre iguales, que sí se había visto con anterioridad (y que está siendo recuperado por diversas vías). 
En fin, un libro interesantísimo que se plantea de dónde viene, como ha surgido el aula que conocemos y, por supuesto, cómo habrá de adaptarse a los cambios que la galaxia digital está imponiendo. Como dice el autor, más escuela es la solución, en detrimento del aula. Pero, dada la complejidad del tema, dedicaremos otro artículo a esas alternativas. Aquí os dejamos un vídeo del propio autor que da una idea de sus argumentos en "Más escuela y menos aula".

1 comentario:

  1. Interesante recensión Salva, impactada además por cómo en 4 minutos de vídeo y con el concepto de hiperaula Fernández Enguita resume a la perfección una necesidad apabullante del momento educativo actual. Gracias, siempre me haces reflexionar.

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