domingo, 31 de agosto de 2025

Sobre la Cumbre Mundial de la Docencia: una reflexión al margen

 Se termina agosto y con él, las vacaciones estivales. En la última semana del mes, en Santiago de Chile ha tenido lugar la Cumbre Mundial de Docentes, organizada por la UNESCO y el gobierno chileno, los días 28 y 29. 

Algunos titulares hablan de cierta alarma internacional por cifras preocupantes de abandono de la profesión docente, fenómeno que se ha duplicado en educación primaria en los últimos años, llegando casi al diez por ciento. La UNESCO, además, habla de "crisis sin precedentes", según afirmó su presidenta, Audriey Azoulay, ante la que se necesita revalorizar la profesión docente. Según UNESCO, harán falta cuarenta y cuatro millones de docentes hasta 2030 para poder asegurar el acceso universal a las etapas preuniversitarias. Se cita un informe del organismo internacional del que se dan algunas pistas en la página de UNESCO.

En el artículo adjunto, podéis leer cuatro puntos para la mejora global de la docencia. Me gustaría comentar alguno de ellos, como la mejora de las condiciones de trabajo, dignificar la profesión... Me parece relevante el tercer punto: poner la profesión en el centro de las decisiones. Advierte el artículo que "Las políticas que nacen sin la voz docente corren el riesgo de la inefectividad en el aula". Supongo que nos suena la música y la letra. Es más, se reconoce que "la experiencia directa debe informar las políticas públicas".

Negro sobre blanco. Una reivindicación de gran parte del profesorado se ve reconocida por un informe de la UNESCO: que cuenten con nosotros para elaborar las políticas educativas, que nuestra opinión importe, que nos consulten (a través de sindicatos, pero también de otras maneras, haciendo uso de inspección, encuestas bien elaboradas, etc.) En España, este menosprecio ha sido tónica habitual. Cada partido mayoritario ha hecho su reforma educativa desde 2002, por no remontarnos más atrás. Consecuencias: desgaste del profesorado, descrédito de la política educativa, cambios cosméticos la mayoría de las veces y un montón de dinero, público o de las familias, destinado a cambiar los libros de texto con cada reforma. Y la sensación -el convencimiento- de que no contamos para nada. 

Otro aspecto importante es recuperar y mejorar la relación entre docente y alumnado, insustituible aun en estos tiempos de IA y de tecnificación generalizada. Esa relación constituye la base de la enseñanza, sin duda. No hace falta aportar muchas pruebas de que se ha deteriorado, sobre todo en las etapas superiores. Ha aumentado la conflictividad en los centros, hay más diversidad entre el alumnado, y todo eso requiere respuestas válidas. La docencia siempre está interpelada, siempre hay que responder aquí y ahora Eso no ha cambiado, ha sido así históricamente; pero se ha intensificado con problemáticas nuevas, ya en primaria, porque se han avanzado en el tiempo. Además, observamos que la atención disminuye en el alumnado, sobre todo en la lectura atenta. Cuesta más conseguir los objetivos de cada curso. No es una queja, sino una constatación. 

Imagen de la Cumbre, en
 https://www.unesco.org/es/teachers/2025-world-summit
Aumenta el cansancio docente, como consecuencia de lo anterior: poca relevancia social, gestión del aula cada vez más problemática, a lo que hay que añadir que la relación con la comunidad educativa tampoco anda muy boyante. Lo dice alguien que, por regla general, conecta bien con las familias y trata de explicar abiertamente su práctica y sus decisiones en el aula. La única manera que se me ocurre de mejorar esas relaciones es ser transparente, buscar el diálogo y huir de la confrontación gratuita. Facilitar el contacto frecuente con las familias ayuda y sí, sabemos que hay padres complicados que siempre tienen la razón (o la quieren). A pesar de todo, no podemos dar la sensación de que las familias molestan en el centro. Esa es, al menos, mi vivencia.

Hay otro aspecto que no aparece directamente en la información -yo al menos no lo he visto, tal vez porque es un fenómeno más local- que se refiere al aumento de la burocracia y, a la vez, a la poca ayuda efectiva recibida de la inspección educativa, con escaso asesoramiento y presencia en los centros. Ya digo, tal vez sea un problema específicamente español. La inspección, por regla general, desconoce los centros más allá de una relación documental, lo que a veces provoca la sensación de que no tenemos un apoyo en conflictos en el centro, con familias, compañeros o con el equipo directivo. Vivimos estos hechos en soledad. Y eso aumenta el estrés y el desánimo.

Por último, conviene recordar que la educación es una institución sólida en un mundo líquido, como lo definió Bauman hace unos años. Es imposible que no haya colisión entre lo que se busca y lo que se encuentra. Se ha desvalorizado lo educativo, pero no tiene sustitución, al menos de momento. Y en ese impass nos hallamos, es terreno movedizo, sobre todo si no se renuncia a educar de manera valiosa, relevante (que no ha de ser aburrida y pesada, añado) e integral. 

Sin ese marco general de interpretación, creo que la imagen queda incompleta. Lo institucional también juega, y en este caso se cuestiona a la luz de un cambio tecnológico continuo y una inestabilidad generalizada: laboral, familiar, política. La escuela no se queda al margen, y el profesorado, tampoco.

Da cierta esperanza ver que ya hay voces que alertan sobre el deterioro de nuestro trabajo. Sin caer en el alarmismo, hay que repensar qué docencia es posible en 2025, y qué medidas concretas se está dispuesto a tomar para mejorar nuestro desempeño. Todo no depende de nosotros, los docentes.  



domingo, 24 de agosto de 2025

Qué es una persona experta en educación

 En internet, en X y supongo que en otros foros también, se discute mucho sobre qué es un experto educativo. En el claustro virtual el debate es casi diario. Por eso he decidido aportar mi punto de vista que, como es ya habitual, no suele coincidir al cien por cien con las posturas más frecuentes.

Una posición bien arraigada es la de negar la condición de persona experta a todo aquel que no dé clase en las etapas preuniversitarias. Los docentes universitarios imparten docencia en sus facultades, pero eso no parece aval suficiente para algunos maestros o profesores. Un reduccionismo mayor aún es el que niega todo conocimiento real de lo educativo a quien no esté en la misma etapa educativa. Así, de secundaria solo podrían opinar los profesionales que ejerzan en dicha etapa, y lo mismo ocurre con los de infantil o primaria. 

"Aquí me gustaría verlos a mí", dicen con cierto escándalo algunos profes cuando leen artículos o entrevistas a expertos en educación. Pero el aula no es su lugar (al menos, no el aula de 3 a 18 años). Es un problema de perspectiva, sobre todo.

El estudioso de la educación ha de saber mucho sobre su campo, que no es toda la educación (sería inabarcable). Hay quien se dedica a la sociología de la educación, como Mariano Fernández Enguita: es su campo de estudio desde hace décadas. Tiene una obra consolidada y en algunos aspectos polémica. Su artículo ¿Es pública la escuela pública? fue un aldabonazo en su momento, alrededor del año 2000. Ha seguido escribiendo y publicando hasta la actualidad. ¿Le negamos la categoría de experto en sociología de la educación porque no da clase fuera de la universidad? 

Otros expertos educativos se dedican al currículum, o a la organización escolar, o a las políticas inclusivas educativas, a la Formación Profesional, a la psicología evolutiva... Habrá de todo, personas muy responsables que se actualizan y otros menos diligentes. Como en cualquier cuerpo docente, entiendo. Su tarea es formar a futuros docentes y técnicos en educación. Se les debe exigir rigor en su desempeño profesional, como se nos exige a nosotros. Muy de acuerdo en ese punto. Pero desdeñar su aportación porque no están en nuestra etapa educativa no puedo aceptarlo. ¿Voy a discutir yo con una persona que ha estudiado a fondo los sistemas educativos, que ha leído muchísimo sobre organización escolar, que está al día en el tema? No, no lo haré. Tampoco aceptaré acríticamente lo que diga, pero entenderé que su perspectiva es mayor, sus herramientas son otras y sus ocupaciones, también.

Reducir la educación al aula es comprensible para los prácticos, pero no es real: la educación es mucho más. Como decía antes, es un problema de perspectiva. La teoría educativa ha sido denostada por la práctica como alejada de la misma... porque solo se valora dar clase, en un presentismo del que ya hemos hablado aquí. ¿Vamos a ignorar a Piaget, a Vygotsky, a Hargreaves, a tantos otros? 

Otra cuestión es que se otorga fácilmente el título de experto educativo a personas con un conocimiento limitado pero con un buen método para promocionarse, dar ponencias, vender su producto y hacer caja. A partir de ganar un premio (o ser finalista), o de promocionar una determinada metodología, empiezan a popularizarse y a acudir a convocatorias para docentes. En este sentido, recuerdo que escuché a un docente que promovía "educar con el corazón". Dio una ponencia entretenida, la verdad. Me sorprendió ver que esa ponencia estaba en internet, y que repetía hasta las bromas. Es una opción, claro. Tal vez no la más acertada si queremos mejorar de verdad, o conocer otras maneras de trabajar. Mi criterio para valorar una ponencia es si me proporciona pistas para seguir, me habla de aportaciones que desconozco, si me cuestiona de alguna manera lo que hago.

Para concluir, creo que la abundante oferta bibliográfica sobre distintos aspectos de nuestro trabajo constituye una fuente de mejora, de reflexión, un acicate para salir de la zona de confort, que no es esa reducción cansina que se escucha y se lee en X, como ya explicamos en su día. 

Trabajar en educación sin formarse ni actualizarse me parece bien complicado. Es posible, pero ¿a qué precio? No podemos cambiar la sociedad, que evoluciona como quiere. La queja, aunque comprensible, no mejora nada. Tal vez nos convenga adaptarnos y acudir a los que saben. Con discernimiento y en compañía de otros, si es posible.

En el Día de las Librerías

  Hoy, 11 de noviembre, se celebra el Día de las Librerías en España. Es una celebración reciente, impulsada por la Confederación Española d...