El presente artículo es el número doscientos que aparece en el blog. A lo largo de los años, desde 2012, he ido construyendo un discurso, espero que coherente, sobre los temas que me llaman la atención en educación, mi tarea profesional durante tantos cursos.
No es una celebración, exactamente, pero sí me alegra haber llegado hasta aquí, en plena crisis de la blogosfera, de desaparición de espacios reflexivos sustituidos por la inmediatez de las redes.
Además, coincide este artículo con la reciente quedada de usuarios de Twitter en Madrid, bajo el título #edujornada. Buen tema para dedicarle esta entrada. Dada mi tendencia a la locuacidad, dividiremos la crónica en dos partes.
Como ya sabréis, durante el fin de semana del 21 al 23 de abril nos hemos reunido ciento cincuenta docentes cuya relación principal estriba en el uso de Twitter, conformando el #claustrotuitero, un colectivo heterogéneo, con gente que va y viene, que se incorpora recientemente o que lleva muchos años. Muchos de estos docentes participan en las #charlaseducativas impulsadas por Íngrid Mosquera, @imgende, varios días a la semana, en especial los domingos, con espacios abiertos a la participación de los oyentes.
A partir de estas realidades, se montó el encuentro a que me refería en las líneas anteriores. Ha sido un tiempo de compartir, de saludarse, por primera vez o en un agradable reencuentro. Muchos besos, abrazos, fotos... en un ambiente festivo y afectivo. Se ha pasado de la red a la realidad, aunque tantos tuiteros a la vez en un tiempo tan corto hizo complicado saludar a todos los que queríamos. Era una experiencia necesaria, tras tanto tiempo de pandemia que impedía estas reuniones.
Evidentemente, hubo mucho más. El sábado se dedicó a compartir reflexiones en voz alta sobre diversos temas. La mañana tuvo tres mesas redondas en las que todos los asistentes podían intervenir, convenientemente moderados. Como ya dije en Twitter, se trataba de hablar desde la horizontalidad, aportando ideas y experiencias, sin jerarquías de número de seguidores ni de presencia en la red. Creo que se consiguió.
Yo intervine en la mesa sobre LOMLOE, formación y evaluación. Además, hubo otra sobre gamificación y una tercera sobre metodologías activas. Se nos asignó una de las mesas, y en mi caso fue un acierto. No pude evitar mostrarme crítico con la aplicación de la LOMLOE, una ley que supone pasar de un curriculum académico a otro de tipo competencial, con todo lo que ello comporta: un cambio grandioso, se dijo. Por esa razón, su puesta en marcha debería haber sido mucho más previsora y cuidada.
Y, además, resalté la falta de sensibilidad de la administración que, tras dos cursos de pandemia, no se dedicó a subsanar las deficiencias formativas y emocionales que ese tiempo había ocasionado. Bien al contrario, de prisa y corriendo puso en marcha una reforma compleja sin considerar el cansancio acumulado por la comunidad educativa, y especialmente el profesorado.
Como también se remarcó, la LOMLOE ofrece mucha flexibilidad legislativa a las comunidades autónomas, lo que no favorece la claridad, ya que podemos hablar de tantas versiones de la ley como decretos autonómicos existen. Que, por cierto, todavía no existen todos.
Sin embargo, el ambiente en la mesa era favorable a la reforma, puesto que muchos ya trabajaban y planteaban los aprendizajes de manera competencial, lo que facilita, sin duda, la tarea de programación. Otro tema que preocupa es el uso del libro de texto: muchos de los participantes contaban experiencias de trabajo sin el mismo, y esa apuesta ayuda a programar con más libertad, al margen del guion ya establecido por la editorial.
Surgieron también problemas prácticos, como la adaptación de las calificaciones a los programas informáticos de cada consejería, o la dificultad de encajar prácticas contrapuestas, como el DUA y las ACIS. Aquí se subrayó que deben ser los programas los que se adapten a la ley, y no al revés. Fue un tema, el de las aplicaciones de cada autonomía, que dio mucho de sí.
Se constató la falta de formación específica ofrecida por las administraciones y el poco respaldo de la inspección (tan perdida, he de decir, como muchos docentes en esta nueva manera de programar). También se criticó, acertadamente, que hay especialistas todoterreno en formación que te explican una normativa o la contraria... sin despeinarse.
Hubo, además, referencias históricas importantes. Se dijo que éramos, a nivel profesional, hijos de la LOGSE, y eso debía situarnos. Siempre echo en falta perspectiva histórica para afrontar lo que vivimos en educación.
Me gustó la referencia a la dificultad en conocer qué ocurre de verdad en las aulas, y es ahí donde debe centrarse el cambio, si se quiere efectivo. Esa dificultad me evocó una frase de Goodson (citado por Viñao) que había leído hace unos días, en la que se hablaba de "caja negra" como sinónimo de la realidad escolar. También se habló sobre las reformas que cambian poco (a excepción de la LOGSE, que varió la distribución de las etapas educativas) y parece que siempre estamos dando vueltas a los mismos temas, desde hace mucho... sin centrarnos en lo que ocurre, de verdad, en las aulas.
Resumen gráfico de David Gándara sobre la mesa. |
Por último, se dejó en el aire una pregunta: ¿Ha decepcionado la LOMLOE? Se quedó sin responder, porque entiendo que, unos meses después de empezar su andadura, no puede ser respondida adecuadamente. Habrá que darle tiempo. Un tiempo, por cierto, que no sabemos si tendrá a nivel de decisión política. Uno de los males endémicos de nuestro sistema educativo en España. Su implantación no ha sido la mejor, eso es así.
A propósito de la aceptación o rechazo de la normativa, se habló de libertad de cátedra, un concepto un tanto escurridizo pero que, en ningún caso, permite actuar contra la ley o al margen de la misma, como quedó claro en el debate.
Me consta que las otras dos mesas estuvieron también a gran nivel, favorecidas por el carácter más práctico de sus temáticas. En total, fueron unas dos horas de reunión que dejaron buen sabor de boca y permitieron la participación abierta. Tiempo habrá de revisar las dinámicas y ver cómo se pueden mejorar.
Tras esta mañana intensa, la comida permitió compartir mesa y mantel de una manera más distendida, aunque el tema de conversación, a poco que nos descuidáramos, seguía siendo la educación.
Ese complicado equilibrio entre las cibercomunidades y las reuniones presenciales ;-)
ResponderEliminarY, es que, somos hijos e hijas de una cultura de la presencialidad.
Por cierto: enhorabuena por mantener vivo el blog.
Buen primer resumen de la #EduJornada Gracias, Salva.
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