sábado, 28 de febrero de 2015

Aprendizaje basado en proyectos: una aproximación

Hace unos días, el CEFIRE de Castelló organizó unas jornadas sobre aprendizaje basado en proyectos, ABP (no confundir con aprendizaje basado en problemas, que comparte el acrónimo). En ellas se nos dieron unas ideas básicas, unas indicaciones, que se completarán más tarde con un curso semipresencial. Lo que sigue no quiere ser una crónica al uso de lo que se habló y se transmitió, sino una reflexión sobre esta manera de plantear el aprendizaje.
Y decimos bien, porque, según Hermini Segarra (maestro jubilado y destacado miembro de los MRP) ABP es una filosofía educativa, un modo de entender la educación, más que una metodología alternativa. Lo fundamental, en ABP, es construir conocimiento, por parte de todos, docente incluido. 
Diego Ojeda centró más el tema metodológico al darnos unas claves del ABP, como la obtención de un producto final, la pertinencia de una pregunta motriz (driving question, en inglés) y el necesario rigor curricular (Standard based learning, por usar la terminología anglosajona). Me gustaría extenderme un poco en este sentido: el curriculum no es la información contenida en los libros de texto, que son una selección de los contenidos curriculares, no su totalidad. Y frecuentemente, se considera el manual como garantía de que se da el curriculum. No diremos lo contrario, pero no ha de sustituirlo en la práctica. Sobre todo, porque hay aspectos metodológicos que no se plantean, o que van más allá del uso del manual. Como indicó acertadamente Jordi Doménech, los alumnos de ciencias han de saber investigar, y el ABP es un modo adecuado para practicar la investigación.
Esa puede ser una de las objeciones más frecuentes al ABP: la posible ausencia de determinados aspectos curriculares en la práctica del aula si se trabaja así. Pero, como hemos visto, es un prejuicio en favor del libro de texto como garante de la estabilidad curricular. Evidentemente, debe existir una coordinación entre niveles y una planificación conjunta; pero, si no la hay, puede adaptarse la programación a los intereses de los alumnos teniendo como guía el curriculum para ese curso, área o asignatura concreta. Y sin intermediarios de por medio, es decir, sin libro de texto que interprete el currículum y lo adapte a un formato prefijado. 
Otras dos claves importantes para el ABP, según la aportación de Ojeda, son una evaluación coherente con la metodología previa, que se presupone participativa, colaborativa y abierta a nuevas posibilidades. Las opciones evaluadoras son diversas, como sabemos, y muchas veces -lo digo por experiencia- cercenan las múltiples vertientes del aprendizaje; cuando un alumno pregunta: ¿esto saldrá en el control?, mala señal (y a mí me ocurre, ojo). Por tanto, se necesita otra manera de evaluar más global, acorde con el planteamiento ABP.
 Además, la difusión del trabajo realizado, a través de diversos medios, proporciona una motivación que puede influir benéficamente en todo el proceso. Como dice Frato al referirse a los deberes, se trata de elegir entre hacer algo relevante para un público concreto, o de hacer cualquier cosa de cualquier manera para no se sabe quién, en un enfoque más tradicional.
Como resumen, se nos ofrecen cuatro términos, cuatro C, para definir esta propuesta de trabajo en las aulas, que ha de basarse en la colaboración, comunicación, pensamiento crítico y creatividad. No son malas características, como podemos apreciar.
Me gustaría terminar estas líneas resaltando el trabajo de los CEIP de Castellón Manel Garcia Grau y Lluís Revest, que llevan tiempo trabajando por proyectos, y cuya línea metodológica me pareció coherente, pensada, funcional, en la exposición que hicieron de su práctica. Esa es la necesidad más acuciante, en mi opinión, que tiene la educación formal y las etapas infantil y primaria, sobre todo: conseguir un consenso metodológico basado en prácticas que funcionan y que, además, pueden ser defendidas públicamente. Sin ese consenso, el alumnado puede entrar en una especie de montaña rusa en la que el azar decide cómo se va a aprender cada curso (el azar en forma de docente que toque al grupo-clase). Organizar el aprendizaje alrededor del trabajo por proyectos nos parece una iniciativa significativa, valiosa, a tener en cuenta... para que no sigamos haciendo lo que dicta Santillana, o Anaya, o...

2 comentarios:

  1. http://blog.educaixa.com/es/-/el-cine-permite-hacer-un-trabajo-transversal-de-contenidos-y-competencias?nw

    En educación actualmente, no hay en las instituciones los espacios pedagógicos pertinentes para trabajar con los alumnos en proyectos como éste.http://bit.ly/1Eu2taI El calendario de las escuelas está diseñado para "dar clase en compartimentos estancos" donde cada materia tiene profesor y carga horaria AISLADAMENTE. No hay motivaciones para que los maestros hagan piña y trabajan conjuntamente y transversalmente los contenidos. Esto lleva tiempo, estudios y actualización pedagógica, en muchos casos. Los contenidos transversales, trabajar por proyectos y el aprendizaje artístico de cualquier tipo son imprescindibles hoy en día en educación, lo que no se sabe bien es cómo se puede evaluar/medir/calificar o introducirlo en la formación y práctica cotidiana de los profesores. Hay todavía resistencia para romper el modelo educativo antiguo y queda mucho pensamiento cerrado y miedoso sobre aprendizaje/enseñanza de la libertad desarrollando creatividad. Esto es política y no es partidista.

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    1. Gracias por tu comentario. Como bien dices, el miedo a dejar de hacer "lo de siempre" es un obstáculo casi insalvable. Las infraestructuras escolares son otra dificultad añadida. Nos queda la opción del cambio gradual, de ir incorporando prácticas desligadas del libro de texto y más cercanas a los intereses del alumnado, compatibilizando en un primer paso ambas opciones. Se trata de ponerse en marcha, y si es colectivamente, mejor.

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