martes, 9 de mayo de 2023

Sistemas educativos, culturas escolares y reformas: Una lectura muy actual

Como es costumbre, en este blog se reseñan, de tanto en tanto, obras de pedagogía, sociología, filosofía... siempre en relación con la educación, eso sí. Por aquí han pasado libros de Bauman (siempre admirado pensador), de Hargreaves, solo o con Fink, de Byung-chul Han, más recientemente, o de la filósofa Marina Subirats, los psicólogos Edgar Cabanas y Eva Illouz, además de algunas obras colectivas.

En esta ocasión, el libro que comento, y que me ha encantado de principio a fin, es una obra de Antonio Viñao, catedrático de Teoría e Historia de la Educación en la Universidad de Murcia, en su edición de 2006 aunque apareció un poco antes, en 2002. Es un libro breve, dentro de una magnífica colección de Editorial Morata coordinada, de manera muy eficaz, por José Gimeno Sacristán. Tengo la mayoría de los títulos, concebidos como una ayuda a la comunidad educativa, en especial a los docentes, para acercarse a la temática pedagógica o, en nuestro caso, como profesores, refrescar algunos conceptos y ponernos al día en lo que se propone desde el ámbito universitario, muy bien representados por el elenco de personas autoras.

El libro de Viñao sitúa, en una primera parte, de manera sucinta y clarificadora a la vez, el sistema educativo español desde sus titubeantes orígenes hasta nuestros días. Es un repaso bien elaborado que muestra, por ejemplo, porque la primaria y la secundaria son tan distintas en sus visiones de lo educativo: ya fueron concebidas así, y el tiempo ha mantenido, al menos, esas diferencias conceptuales.

Como digo, es un itinerario ameno y accesible, comparando  el desarrollo de la educación formal obligatoria en países de nuestro entorno cultural y geográfico. 

El autor se adentra después en la cultura escolar, un conjunto de prácticas, creencias, tantas veces implícitas y no cuestionadas, que han ido acumulándose como sedimento, al igual que los ríos forman deltas a lo largo de los años. No es mal símil (este es mío, no de Viñao). El autor distingue tres tipos de elementos:

-Los actores, miembros de la comunidad escolar, siendo el profesorado el grupo más determinante en esa cultura.

-Los discursos, lenguajes, conceptos y modos de comunicación utilizados en el mundo académico y escolar.

-Los aspectos organizativos e institucionales, es decir, las prácticas y rituales de la acción organizativa, la marcha de la clase y los modos organizativos formales (dirección, claustro) e informales. 

Sin embargo, esta cultura escolar no tiene, en general, la atención de los estudiosos del currículum, ni por supuesto, la de los reformadores educativos, que la ignoran una y otra vez. De hecho, citando a Goodson, Viñao reconoce que el curriculum real y efectivo como "la caja negra de la educación". En realidad, lo que pasa en las aulas está regido por la cultura escolar particular del docente, del centro, de la etapa... y menos influido de lo que se podría pensar por otros factores externos más burocratizados.

Al hablar de reformas educativas, el autor contrapone las expectativas de los reformadores con la del profesorado, en un ejercicio de síntesis verdaderamente formidable, a mi entender. Un patrón que se repite y que parece escrito ayer, por la actualidad que presenta. La suspicacia del profesorado frente a la reforma, y la preferencia de los reformadores por los documentos prescriptivos conforman una unión que puede desembocar, tantas veces, en lo que Handy denominó cultura del rol, en la que cambian las exigencias burocráticas, pero no necesariamente la práctica real: se piden papeles, se dan papeles adecuados a esa demanda.

Evidentemente, las reformas cambian aspectos de la vida escolar, desde horarios a asignación y nombre de las áreas a estudiar, maneras de programar, carga lectiva de cada asignatura... Pero, como decíamos, la caja negra puede seguir casi inalterada. Porque no se reflexiona sobre ella.

En ese sentido, la LOMLOE plantea un cambio en el diseño curricular que, de ser bien aplicado, suscitará un nuevo marco de trabajo: de la unidad didáctica a la situación de aprendizaje, poniendo las competencias en primer lugar, no como hasta ahora. Pero en la realidad, muchos centros se han apresurado a adquirir los nuevos libros de texto que reproducen la unidad didáctica clásica añadiendo algún trazo de situación de aprendizaje. La cultura escolar, una vez más.

Termina el libro con una reflexión acerca del cambio escolar,  que viene a ser como un compendio de lo anteriormente expuesto, además de reafirmar el papel de la institución en las reformas, sean estas puntuales o continuas -aquí hablaríamos de la innovación. Vivimos en lo institucional, y la escuela como institución ha cambiado mucho... desde una perspectiva histórica. A veces perdemos de vista esta realidad, porque estamos demasiado pegados a lo inmediato.

Viñao repasa algunos cambios ocurridos en la historia de la educación en España, distinguiendo aquellos que fueron promovidos por la administración, otros que se produjeron más por prácticas consolidadas que fueron recogidas por la normativa y algunos que simplemente no triunfaron y se quedaron atrás. Parte siempre de un enfoque de larga duración: no se puede juzgar una reforma y sus efectos en una década, hay que ampliar el tiempo de análisis y, en lo posible, situar los hechos en la tradición histórica del sistema educativo concreto. Eso ayudaría a una mejor comprensión de los fenómenos de cambio, resistencia al mismo y síntesis que van configurando y renovando la educación formal.

Un desafío para el profesorado: comprender su cultura, preguntarse la razón de las prácticas consolidadas más allá del "siempre se ha hecho así" como primer paso a una mejor visión de nuestro desempeño profesional. Parafraseando una cita famosa, El agua no la inventó un pez, el pez vive en el agua. Somos peces en el agua, pero hay que salir a la superficie y situarse... en una tradición histórica que hemos de conocer, al menos de manera superficial, de la que no nos abstraemos. 

Esta reflexión sirve también para los reformadores, lógicamente: reformar sin tener en cuenta la cultura escolar, la gramática de la escuela, no produce cambios sustantivos y sostenidos, como ya hemos dicho en reiteradas ocasiones.

Lo mismo se puede decir de la innovación: no se puede reinventar todo, sino acomodar la novedad. Como bien dice Viñao, este dilema entre continuidad y cambio no puede resolverse en favor de ninguno de los dos polos. Es un diálogo constante, no exento de polémicas y enfrentamientos. Decir no a todo no puede ser la estrategia; nunca lo ha sido, en realidad, pero en este tiempo tan cambiante, menos que nunca. Pero aceptar cualquier moda, tampoco. ¿Qué os voy a contar que no sepáis, compañeros docentes? 

La innovación busca, por regla general, la difusión. Pero toda difusión sugiere modificación por adaptación, en palabras de Viñao. La negociación entre la propuesta metodológica, y el contexto en que se ha de aplicar. El grado de aceptación de la nueva práctica dependerá de esa negociación, que sin duda estará dentro de la cultura escolar. Para ello, un programa de formación sensato y pensado a medio plazo, por lo menos, es imprescindible. Se echa mucho en falta en esta reforma tan mal aplicada, la LOMLOE. Y es un déficit que la lastra considerablemente, sin duda.

Por concluir, estamos ante una obra interesantísima y actual que recomiendo leer y reflexionar, porque justamente necesitamos buena reflexión pedagógica.


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