martes, 12 de noviembre de 2019

Deja la puerta del aula abierta

El título de este artículo es el consejo que propuse para docentes recién ingresados en la carrera educativa a instancias de Javier @psicEduM, profesor muy activo en Twitter: Deja la puerta de tu aula abierta. ¿Para qué más? En ese enunciado tan corto caben muchas interpretaciones, una visión de la enseñanza que se ha visto asediada, perseguida y vilipendiada durante años, o cuanto menos, cuestionada. Muchos hemos sufrido un pensamiento antipedagógico que ha tenido en el aislamiento y la falta de información y de colaboración sus puntales más negros, a la vez que férreos.
Recuerdo que mi trabajo de investigación para la obtención del DEA estudió la percepción del profesorado acerca de la autonomía profesional, que antes había abordado, de una manera rigurosa, José Contreras en su libro "La autonomía del profesorado". Uno de los hallazgos que más se repetía se podía condensar en esta expresión: "Tú cierras la puerta del aula y haces lo que quieres". Y esa es la concepción que se tenía -que se sigue teniendo- de la autonomía profesional, bajo la rimbombante expresión de "libertad de cátedra". Una libertad vigilada, eso sí, por los programas curriculares que se han de cumplir.
La nuestra es una profesión con siglos de tradición, con significados que se cuestionan poco, puesto que siempre han estado así. El siglo XXI, sin embargo, ha supuesto una sacudida en las aulas, tanto por la dificultad de seguir el ritmo de la información disponible -de eso hemos hablado en otras ocasiones, es batalla perdida para la escuela- como por la imparable diversidad social y humana de nuestro alumnado. Ambos factores han supuesto una complejización de nuestro trabajo, que ha visto superada la transmisión de conocimientos y adquisición de hábitos propios de la escuela industrial, es decir, aquella escuela nacional que surge a mitad del XIX para crear buenos súbditos y obreros. Michael Apple, entre otros, estudió este surgimiento en su obra Ideología y currículum
https://www.viajesyrutas.es/2014/07/
las-puertas-de-dublin.html
 por Carmen Ormaza
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Otro hecho imparable es la burocratización del trabajo, el uso de plataformas en línea, el rellenado de papeles (físicos o virtuales) cada vez más frecuente... No quisiera aburrir con cosas que sufrimos y conocemos -en el orden que se prefiera- a diario.
Resultado de lo anterior es que ya no sirve la expresión antes citada, cerrar la puerta y hacer lo que se quiera. Primero, porque normalmente, no se hace lo que se quiere sino lo que se puede en el aula. Con ratios escandalosas, tantas veces, con alumnado diverso y poco motivado ya en primaria, o sin ninguna rutina previa en infantil, se enseña, se vive... y se sobrevive. Añadir al peso de la docencia el castigo de la soledad puede ser insufrible. Años ha, cuando las familias eran estables y los profesores éramos mirados con aprecio, o al menos con respeto, el aula era un espacio más cómodo. Otra cosa es que fuera más justo. Pero, en aquel ambiente, la soledad era confortable, porque las circunstancias lo permitían. Atención, hemos hablado aquí largo y tendido de la degeneración, en forma de aislamiento y falta de control efectivo, que esa soledad docente ha podido producir. Así, muchos maestros y profesores han equiparado autonomía docente con ausencia de control, con una total falta de rendición de cuentas del trabajo hecho con el grupo, con los alumnos con dificultades, con los compañeros de nivel o de ciclo. Por no hablar de la privatización práctica de un espacio público por definición, como es el aula. Mi admirado Hargreaves lo ilustró perfectamente en Profesorado, cultura y postmodernidad, libro fundamental que hemos reseñado aquí.
Y en eso, llegaron los ochenta, llegó el neoliberalismo sin complejos de la derecha reaganiana y de la señora Thatcher, y se impusieron políticas de accountability, es decir, rendición de cuentas en forma de exámenes externos, pruebas finales o diagnósticas, que buscaban marcar el ritmo de trabajo del profesorado y del alumnado, esto es, cambiar la escuela desde fuera, sin incidir directamente en la micropolítica escolar. En España, como siempre solemos llegar tarde a las cosas, tuvimos nuestra LOMCE (muy nuestra no fue, la verdad, pero tuvimos que aplicarla) con sus pruebas de tercero, sexto y final de ESO. El ministro Wert, de cuyo nombre casi nadie quiere acordarse, adaptó las políticas de Bush hijo en educación, que a su vez eran heredadas de Reagan y Bush padre.
Pero, como decíamos, no se tocaba la micropolítica escolar, las relaciones de poder, los medios para colaborar efectivamente. Es cierto que la LOMCE, como buena ley conservadora, desconfiaba de los consejos escolares y recuperaba gran parte de las decisiones para la dirección del centro. Pero es una ley absolutamente ignorante de la realidad que se vive en infantil y primaria, como es palmario en su articulado. Y apuesta por más de lo mismo en secundaria y bachillerato. Mientras tanto, los centros públicos se deterioraban, la diversidad crecía imparable, y se aplicaban recortes masivos desde 2012. Como para seguir cerrando la puerta...
Por tanto, dejar la puerta abierta, además de un signo de transparencia, puede aportar que otros docentes entren y ayuden, compartiendo la tarea de enseñanza, trayendo iniciativas didácticas distintas, descentralizando la docencia y dando otros puntos de vista que enriquecen. Supone además un descanso para el docente que ejerce en esa clase su tutoría, en infantil y primaria, o su asignatura en secundaria. Y por último, establece la posibilidad de que otros actores entren al aula, supervisados debidamente, para participar de la experiencia del aprendizaje del alumnado.
Así, que, compañeros noveles o veteranos, dejad la puerta abierta, a no ser que haga mucho frío en el pasillo. En ese caso, haced saber que se puede entrar.

2 comentarios:

  1. Como casi siempre Salva has estado acertado. Nada mejor que el aprendizaje entre docentes, compartir, debatir, experiencias conjuntas y vivir la docencia entre todos. Lástima que el papel haya pasado a ser lo primero.

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    1. Gracias por tu amable comentario. La actitud de apertura es fundamental. Luego, ya encontraremos maneras de colaborar.

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