Decía yo hace un tiempo en Twitter que no encontraba películas que se dedicaran al tema de la educación. Me recomendaron "Diecisiete", que no he podido ver, y tal vez alguna más que no recuerdo; pero me llamó la atención (y eso que ha pasado bastante desapercibida, en mi opinión) la arriesgada cinta "Jo Jo Rabbit", del director neozelandés Taika Waititi. Una producción que optaba a seis Oscar de la academia norteamericana de cine, entre ellas a mejor película, y que finalmente obtuvo el de mejor guion adaptado. La película es una adaptación, con algunas variaciones, del libro "El cielo enjaulado", de Christine Leunens.
El tema es, sin duda, delicado. Un niño alemán, Johannes, al final de la Segunda Guerra Mundial, perteneciente a las juventudes hitlerianas, tiene un amigo imaginario que es el propio Führer, con quien mantiene unos diálogos delirantes. Su pertenencia a las Hitlerjugend no es demasiado relevante per se, ya que desde 1939 la militancia fue obligatoria en el Reich. Pero además, Jojo es un convencido de la bondad de los planteamientos nazis, a pesar de su evidente falta de vocación para la maldad o la violencia. Jojo vive con su joven madre, Rosie (interpretada por una contenida Scarlett Johanson) que no tiene simpatías hacia el NSDAP, o partido nazi. Su padre está desaparecido en la guerra, luchando con la Wehrmacht.
El mundo de Jojo se tambalea cuando descubre que en su casa se ha refugiado una joven judía varios años mayor que él, de la misma edad que tendría la hermana mayor de Jojo, fallecida unos años antes. La madre, Rosie, la ha acogido y la tiene escondida sin haberle contado nada al niño, convencida como está de que no sabrá guardar el secreto y pondrá a todos en peligro. Jojo debe enfrentarse a los ridículos (y crueles) clichés en que ha sido adoctrinado acerca del pueblo judío en la interacción con una chica guapa, educada, sarcástica y nada parecida a lo que le han contado. Mientras tanto, la guerra continúa y alcanza la ciudad donde vive Jojo, uno de los momentos álgidos de la película, ya que los niños de las juventudes verán y vivirán el horror de la destrucción, la muerte y todo lo que conlleva el enfrentamiento bélico, tan alejado del discurso glorioso que les han contado desde el partido. Antes de eso, Jojo sufrirá las consecuencias de la dictadura nacionalsocialista y su criminal política de erradicación de disidencia. No desvelamos de qué manera.
La acción se interrumpe frecuentemente para mostrarnos el diálogo entre un cada vez menos entusiasta Jojo y su amigo imaginario Adolf, interpretado por el propio director Taika Waititi, quien le da consejos absolutamente imposibles de seguir. Se sigue así la tradición de mostrar a Hitler como un ser malvado pero con un toque de fantoche, de charlatán de feria que, sin embargo, llevó al continente europeo a la guerra más destructiva de su historia y a la matanza planificada de millones de judíos. Podemos recordar "El gran dictador", rodada en plena guerra por Charles Chaplin.
La película se mueve en el alambre haciendo un ejercicio de funambulismo con unos secundarios bien conseguidos y unas interpretaciones de la joven pareja protagonista que resultan creíbles y conmovedoras. Hay momentos memorables, de humor negro, y otros de farsa, como la inquietante visita de la Gestapo a la casa de Jojo, con sus gabardinas y sombreros y su omnipresente "Heil, Hitler".
Mención aparte merece el papel de militar alemán que interpreta Sam Rockwell, un oficial apartado del frente por una herida que ha de adiestrar, a desgana, a los jóvenes hitlerianos en el uso de armas y en técnicas de supervivencia y de combate. Es un soldado, no un nazi, y la narración se encarga de demostrarlo.
Mención aparte merece el papel de militar alemán que interpreta Sam Rockwell, un oficial apartado del frente por una herida que ha de adiestrar, a desgana, a los jóvenes hitlerianos en el uso de armas y en técnicas de supervivencia y de combate. Es un soldado, no un nazi, y la narración se encarga de demostrarlo.
En la película, no aparece la educación formal, la escuela, donde se supone que Jojo acude antes de que un incidente lo deje convaleciente. Tampoco hace demasiada falta, porque el interés está en el proceso de des-intoxicación ideológica que Jojo ha de afrontar en su relación con Elsa,
la joven judía, por la que se siente irremediablemente atraído.
El ritmo de la película es un tanto irregular, en mi opinión, y hay quien dice que es debido a que intenta contentar a un público familiar, introduciendo parte de melodrama. Efectivamente, lo hay, pero prima, como hemos comentado, la farsa o el humor desmitificador. El nazismo puede tratarse con ironía, como ya hemos dicho, que puede ser más destructiva -más denunciadora- que la crítica sin paliativos que merece; pasó lo mismo con la película "La vida es bella", de Roberto Begnini, el esfuerzo de un padre judío por evitar el horror del exterminio a su hijo, mientras ambos están en un campo de concentración. El film es un alegato a favor de la vida, del amor paterno-filial, y tratar con humor el tema no lo minusvalora, ni justifica nada; simplemente es otra mirada.
En definitiva, una película muy recomendable para alumnado de edades de secundaria y bachillerato, que pueden entender el humor de la historia sin dejar de ver la barbarie nazi contra su propio pueblo y, sobre todo, contra el pueblo judío. La escena final, que tampoco desvelaremos, obviamente, es la afirmación de la voluntad de vivir y de sobrevivir a ese horror.
Cartel oficial de la película, en https://www.filmaffinity.com/es/film760663.html |
El ritmo de la película es un tanto irregular, en mi opinión, y hay quien dice que es debido a que intenta contentar a un público familiar, introduciendo parte de melodrama. Efectivamente, lo hay, pero prima, como hemos comentado, la farsa o el humor desmitificador. El nazismo puede tratarse con ironía, como ya hemos dicho, que puede ser más destructiva -más denunciadora- que la crítica sin paliativos que merece; pasó lo mismo con la película "La vida es bella", de Roberto Begnini, el esfuerzo de un padre judío por evitar el horror del exterminio a su hijo, mientras ambos están en un campo de concentración. El film es un alegato a favor de la vida, del amor paterno-filial, y tratar con humor el tema no lo minusvalora, ni justifica nada; simplemente es otra mirada.
En definitiva, una película muy recomendable para alumnado de edades de secundaria y bachillerato, que pueden entender el humor de la historia sin dejar de ver la barbarie nazi contra su propio pueblo y, sobre todo, contra el pueblo judío. La escena final, que tampoco desvelaremos, obviamente, es la afirmación de la voluntad de vivir y de sobrevivir a ese horror.
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