Tras la sorpresa inicial, el desconcierto de la suspensión de las clases (que fue en fechas distintas en las comunidades autónomas, y para todos desde el decreto 8/2020 de estado de alarma), se impuso empezar a pensar cómo llegar al alumnado sin su presencia en clase, un hecho que se daba por descontado en el sistema formal de educación. Cómo ya hemos relatado en un artículo anterior, se montaron planes por parte de la administración educativa, se dieron indicaciones o instrucciones al profesorado a tal fin: asegurar que se podía seguir telemáticamente el desarrollo (evidentemente mediatizado por la no asistencia) de las clases en las etapas no universitarias.
Ha pasado casi un mes, ya que las clases se suspendieron a partir del 16 de marzo a nivel español. Como decíamos, antes se pararon en Madrid, y Valencia ya había decidido la suspensión de quince días a partir de la fecha reseñada anteriormente. Después, llegó el decreto de alarma, el confinamiento, y el desconcierto docente, discente y administrativo. Todo tarde, todo de prisa, todo con el toro encima. Y lo dice alguien que, como yo, el 8 de marzo acudió a un Villarreal-Leganés con otras veinte mil personas, aproximadamente.
A nosotros, en Borriana, el cierre nos sorprendió en plena semana pre-fallas. Es costumbre montar una falla sencilla y, el día último antes de vacaciones, quemarla de manera controlada en los centros. Hubo un cierto debate sobre qué hacer, porque convenía evitar aglomeraciones; es un día abierto a las familias, y una celebración muy reseñada en el calendario escolar festivo. Así que nos reunimos los directores con el concejal de educación, que nos marcó algunas directrices desde la consejería. Finalmente, celebramos la fiesta sin presencia de las familias, que entendieron la medida como la única que garantizaba la celebración dentro de un ámbito de prevención razonable. Cosa que agradezco, sinceramente. Pusimos un final alegre antes del desastre de pandemia que sufrimos, y que en esta población se ha cebado con gente de todas las edades, especialmente con los mayores.
Tras eso, una semana de vacaciones en casa, con motivo de las fallas, suspendidas pero cuya paralización no alteró el calendario escolar. Luego llegaron las indicaciones para infantil y primaria, para secundaria... Muy distinto el tratamiento para las diferentes etapas. En primaria e infantil se trataba de sacar provecho a las páginas web de centro y publicar en ellas las tareas, recomendaciones, enlaces... para el alumnado y sus familias. Además, el alumnado se había llevado sus libros de texto, si los tenían, para poder seguir las clases, de algún modo.
En secundaria se planteó la docencia on line, más enfocada a poder seguir la programación con un contacto más directo con el profesorado. Y se empezó utilizando los medios que se tenían al alcance. Hubo y sigue habiendo problemas sobre el derecho a la confidencialidad y a la protección de datos, puesto que muchas aplicaciones gratuitas se "cobran" su funcionamiento trasladando a grandes multinacionales informáticas los datos de uso. Se ha echado mano de lo que se tenía, y que se estaba utilizando con mayor o menor acierto.
Evidentemente, un buen conocimiento, una práctica habitual de las TIC en el desempeño docente ayuda en esta situación, ya que nos hace menos dependiente del libro de texto, del soporte papel. Tener un blog de aula, plantear actividades como Kahoot o Quizziz de manera continuada, editar vídeos (o al menos usar algunos adecuados) permite evitar la terrible sensación de vacío, de abismo, de no saber cómo seguir fuera del aula, que ya no congrega al alumnado y al profesorado. Por tanto, lo que se plantea después está en función, sobre todo, de cómo se ha trabajado antes. De cualquier manera, la novedad absoluta de la situación -confinamiento, imposibilidad de contacto físico, ausencia forzada- es un desafío absoluto a la manera de educar que ha prevalecido durante doscientos años o más.
El debate se ha centrado, en un primer momento, en cómo asegurar que la mayoría del alumnado pueda seguir las clases en todas las etapas. La preocupación por la equidad, por no dejar a nadie atrás, se ha manifestado en diversas iniciativas del profesorado, que ha llamado por teléfono, ha habilitados grupos de Telegram o similares, ha recibido infinidad de correos electrónicos... Sorprende, por cierto, el poco uso que muchos de nuestros alumnos y sus familias muestran de medios tan sencillos como un correo electrónico, tanto que algunos docentes han hecho tutoriales para ayudar, y que pone en evidencia el concepto de nativos digitales. Al mismo tiempo, revitaliza el tema de la brecha digital.
También se ha visto que la carga de trabajo para el alumnado, sobre todo en la etapa secundaria, es grande (incluso en algunos centros de primaria ocurre). Si no se coordina el trabajo y su previsión entre el equipo docente de un mismo grupo de alumnos, puede darse el caso de tener más trabajo que en la enseñanza presencial, puesto que hay que seguir las clases, hacer deberes... pero sin la asistencia al centro, es decir, con mayor probabilidad de desorden, de confusión al no entender las instrucciones, o incluso, por qué no, de que aparezca la desidia, el desinterés o la pereza entre cierta parte de alumnado, que entiende erróneamente esta situación como vacacional, ya que no se va a clase. Si ya ocurría acudiendo al centro en un porcentaje del alumnado, esta proporción puede aumentar, sin duda. Las expectativas familiares sobre los estudios de los hijos siguen siendo un factor determinante. Y luego están los que han vivido de espaldas a lo digital (me refiero más a familias, y que no saben ni cómo darse de alta en un grupo de Telegram, o cómo descargarse un vale de comedor para canjearlo en el supermercado usando solamente un móvil con conexión a internet). El problema no está tanto, creo yo, en la ausencia de conexión, sino en la falta de práctica, aderezada, en algunos casos, con una insistente dependencia de la escuela, que ha de hacer más de lo que puede, con los centros cerrados.
En general, a todos nos ha pillado con el pie cambiado. Y hay un problema de fondo con las TIC, que es su implantación desigual, como hemos dicho anteriormente... no sólo entre el profesorado, sino con las familias y alumnado. En la Comunidad Valenciana, como en otras autonomías, hay un servicio denominado webfamilia que hasta ahora dormía el sueño de los justos. Las páginas web de centro utilizan un sistema perverso para subir contenidos (y lo dice alguien que, como director, lo sufre directamente y que al final ha aprendido a manejar los rudimentos de la página de mestreacasa.) Un sistema que no resiste la comparación con otras plataformas que usamos habitualmente en nuestros blogs, como este mismo que leéis.
Recientemente, como el único medio de acceder a las notas de la segunda evaluación era a través de webfamilia, ha habido un incremento muy considerable de peticiones de alta en el servicio. La necesidad aumenta el uso, evidentemente. No nos planteamos enviar una carta ordinaria a cada familia con las notas. Siguiendo el calendario previsto, se subieron a la plataforma Itaca y están publicadas en dicha plataforma docente de Conselleria d'Educació.
También hemos notado una subida de las visitas a la página web del centro, donde están enlazados los documentos que el profesorado ha ido incorporando durante el confinamiento. Una vez más, la necesidad mueve a la gente. Y nosotros, lo reconozco, hemos actualizado la web para que los padres pudieran usarla con más facilidad.
Y, como fondo, la incertidumbre sobre fechas, evaluaciones, manera de proceder... Nuestra administración ha sido clara en la conveniencia de repasar los dos primeros trimestres y limitar el avance en los contenidos del tercero, que está literalmente en el aire. Es de agradecer que la administración valenciana se haya preocupado de comunicar continuamente con los centros, sobre todo a través de escritos de la secretaría autonómica, aunque a veces hayan llegado tarde, porque mejor es una comunicación con retraso, que ninguna. De momento, abril se ha perdido, y de mayo, poco se sabe a ciencia cierta. Todo depende de la evolución de la curva, del descenso del contagio y de vislumbrar luz al final de este túnel espantoso en que nos hemos metido de cabeza.
Además, a nivel autonómico se han paralizado procesos de oposición a inspección educativa, renovación de asesorías de CEFIRE, o de direcciones de centros escolares... Todo en el aire, puesto que no sabemos cuánto durará el confinamiento, previsto hasta el 26 de abril, pero con visos de prolongarse. Además, las oposiciones previstas para este curso en educación secundaria se pasan a final del próximo 20/21, con buen criterio.
Volviendo al tema de la docencia, y como conclusión, podemos decir que las TIC, hasta ahora, han sido un sí pero no constante por parte de la administración, de gran parte del profesorado y de muchas familias. No se trata de repartir culpas, sino de asumir la situación en la que nos pilló la pandemia del coronavirus. Y por eso hay profes que se han adaptado mejor, con podcasts, blogs ya activos, clases on line, uso de plataformas como Jitsi... Como resumía en Twitter con su humor característico y su capacidad de síntesis el gran Toni Solano: De la fotocopia se sale.
Eso sí, hay que revisar todo el tema de la gestión de datos, como decíamos antes, puesto que la perspectiva es seguir usando recursos online: habrá que seleccionar aquellos que no suponen un riesgo, como se ha denunciado hace poco con Zoom. Y no caer en los mismos errores de antes del coronavirus: la descoordinación, la falta de una visión compartida del aprendizaje del alumnado, el desconocimiento, a veces, de la realidad que se vive en los hogares de nuestros alumnos... .
A mí me ha sorprendido ver la dificultad de muchas familias para usar, como relataba más arriba, el correo electrónico del centro, aunque sus hijos lleven móvil con conexión a internet; son "consumidores digitales", pero no tienen las habilidades para un uso diferente del que hacen: chatear, ver vídeos y subir historias a ciertos canales. Y de todo ello hemos de tomar conciencia el profesorado, no para asumir toda la responsabilidad, sino para saber qué terreno inestable estamos pisando en el tercer trimestre de este ya imposible curso 2019/20.
Tras eso, una semana de vacaciones en casa, con motivo de las fallas, suspendidas pero cuya paralización no alteró el calendario escolar. Luego llegaron las indicaciones para infantil y primaria, para secundaria... Muy distinto el tratamiento para las diferentes etapas. En primaria e infantil se trataba de sacar provecho a las páginas web de centro y publicar en ellas las tareas, recomendaciones, enlaces... para el alumnado y sus familias. Además, el alumnado se había llevado sus libros de texto, si los tenían, para poder seguir las clases, de algún modo.
En secundaria se planteó la docencia on line, más enfocada a poder seguir la programación con un contacto más directo con el profesorado. Y se empezó utilizando los medios que se tenían al alcance. Hubo y sigue habiendo problemas sobre el derecho a la confidencialidad y a la protección de datos, puesto que muchas aplicaciones gratuitas se "cobran" su funcionamiento trasladando a grandes multinacionales informáticas los datos de uso. Se ha echado mano de lo que se tenía, y que se estaba utilizando con mayor o menor acierto.
Evidentemente, un buen conocimiento, una práctica habitual de las TIC en el desempeño docente ayuda en esta situación, ya que nos hace menos dependiente del libro de texto, del soporte papel. Tener un blog de aula, plantear actividades como Kahoot o Quizziz de manera continuada, editar vídeos (o al menos usar algunos adecuados) permite evitar la terrible sensación de vacío, de abismo, de no saber cómo seguir fuera del aula, que ya no congrega al alumnado y al profesorado. Por tanto, lo que se plantea después está en función, sobre todo, de cómo se ha trabajado antes. De cualquier manera, la novedad absoluta de la situación -confinamiento, imposibilidad de contacto físico, ausencia forzada- es un desafío absoluto a la manera de educar que ha prevalecido durante doscientos años o más.
El debate se ha centrado, en un primer momento, en cómo asegurar que la mayoría del alumnado pueda seguir las clases en todas las etapas. La preocupación por la equidad, por no dejar a nadie atrás, se ha manifestado en diversas iniciativas del profesorado, que ha llamado por teléfono, ha habilitados grupos de Telegram o similares, ha recibido infinidad de correos electrónicos... Sorprende, por cierto, el poco uso que muchos de nuestros alumnos y sus familias muestran de medios tan sencillos como un correo electrónico, tanto que algunos docentes han hecho tutoriales para ayudar, y que pone en evidencia el concepto de nativos digitales. Al mismo tiempo, revitaliza el tema de la brecha digital.
También se ha visto que la carga de trabajo para el alumnado, sobre todo en la etapa secundaria, es grande (incluso en algunos centros de primaria ocurre). Si no se coordina el trabajo y su previsión entre el equipo docente de un mismo grupo de alumnos, puede darse el caso de tener más trabajo que en la enseñanza presencial, puesto que hay que seguir las clases, hacer deberes... pero sin la asistencia al centro, es decir, con mayor probabilidad de desorden, de confusión al no entender las instrucciones, o incluso, por qué no, de que aparezca la desidia, el desinterés o la pereza entre cierta parte de alumnado, que entiende erróneamente esta situación como vacacional, ya que no se va a clase. Si ya ocurría acudiendo al centro en un porcentaje del alumnado, esta proporción puede aumentar, sin duda. Las expectativas familiares sobre los estudios de los hijos siguen siendo un factor determinante. Y luego están los que han vivido de espaldas a lo digital (me refiero más a familias, y que no saben ni cómo darse de alta en un grupo de Telegram, o cómo descargarse un vale de comedor para canjearlo en el supermercado usando solamente un móvil con conexión a internet). El problema no está tanto, creo yo, en la ausencia de conexión, sino en la falta de práctica, aderezada, en algunos casos, con una insistente dependencia de la escuela, que ha de hacer más de lo que puede, con los centros cerrados.
Espacio de la Conselleria d'Educació para compartir recursos educativos |
Recientemente, como el único medio de acceder a las notas de la segunda evaluación era a través de webfamilia, ha habido un incremento muy considerable de peticiones de alta en el servicio. La necesidad aumenta el uso, evidentemente. No nos planteamos enviar una carta ordinaria a cada familia con las notas. Siguiendo el calendario previsto, se subieron a la plataforma Itaca y están publicadas en dicha plataforma docente de Conselleria d'Educació.
También hemos notado una subida de las visitas a la página web del centro, donde están enlazados los documentos que el profesorado ha ido incorporando durante el confinamiento. Una vez más, la necesidad mueve a la gente. Y nosotros, lo reconozco, hemos actualizado la web para que los padres pudieran usarla con más facilidad.
Y, como fondo, la incertidumbre sobre fechas, evaluaciones, manera de proceder... Nuestra administración ha sido clara en la conveniencia de repasar los dos primeros trimestres y limitar el avance en los contenidos del tercero, que está literalmente en el aire. Es de agradecer que la administración valenciana se haya preocupado de comunicar continuamente con los centros, sobre todo a través de escritos de la secretaría autonómica, aunque a veces hayan llegado tarde, porque mejor es una comunicación con retraso, que ninguna. De momento, abril se ha perdido, y de mayo, poco se sabe a ciencia cierta. Todo depende de la evolución de la curva, del descenso del contagio y de vislumbrar luz al final de este túnel espantoso en que nos hemos metido de cabeza.
Además, a nivel autonómico se han paralizado procesos de oposición a inspección educativa, renovación de asesorías de CEFIRE, o de direcciones de centros escolares... Todo en el aire, puesto que no sabemos cuánto durará el confinamiento, previsto hasta el 26 de abril, pero con visos de prolongarse. Además, las oposiciones previstas para este curso en educación secundaria se pasan a final del próximo 20/21, con buen criterio.
Volviendo al tema de la docencia, y como conclusión, podemos decir que las TIC, hasta ahora, han sido un sí pero no constante por parte de la administración, de gran parte del profesorado y de muchas familias. No se trata de repartir culpas, sino de asumir la situación en la que nos pilló la pandemia del coronavirus. Y por eso hay profes que se han adaptado mejor, con podcasts, blogs ya activos, clases on line, uso de plataformas como Jitsi... Como resumía en Twitter con su humor característico y su capacidad de síntesis el gran Toni Solano: De la fotocopia se sale.
Eso sí, hay que revisar todo el tema de la gestión de datos, como decíamos antes, puesto que la perspectiva es seguir usando recursos online: habrá que seleccionar aquellos que no suponen un riesgo, como se ha denunciado hace poco con Zoom. Y no caer en los mismos errores de antes del coronavirus: la descoordinación, la falta de una visión compartida del aprendizaje del alumnado, el desconocimiento, a veces, de la realidad que se vive en los hogares de nuestros alumnos... .
A mí me ha sorprendido ver la dificultad de muchas familias para usar, como relataba más arriba, el correo electrónico del centro, aunque sus hijos lleven móvil con conexión a internet; son "consumidores digitales", pero no tienen las habilidades para un uso diferente del que hacen: chatear, ver vídeos y subir historias a ciertos canales. Y de todo ello hemos de tomar conciencia el profesorado, no para asumir toda la responsabilidad, sino para saber qué terreno inestable estamos pisando en el tercer trimestre de este ya imposible curso 2019/20.
¿Quizá el consumo digital no es sinónimo de madurez digital?
ResponderEliminarPor cierto, ya escribieron Susana Lluna y Wicho un libro, "los nativos digiales no existen" y lo han explicado, por ejemplo en esta charla.
Muchas gracias por la aportación, Iñaki, y disculpa la tardanza en responder. Los adolescentes viven alrededor del móvil, y tareas tan sencillas como enviar un correo les cuestan un mundo a muchos, efectivamente. La madurez digital es saber usar lo que necesitas cuando lo necesitas. Un saludo
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