viernes, 9 de abril de 2021

El entorno VUCA en educación: ya estamos en él.

 En un reciente artículo, veíamos que la organización escolar ha tomado prestadas aportaciones de la organización empresarial, de la sociología del trabajo, desde sus inicios. Toda esa reflexión retrospectiva venía ocasionada por el enfoque VUCA, que descubrí, como también refería, en un curso del INTEF en julio de 2021. Por cierto, espero que pronto se puedan retomar estas formaciones presenciales que aportan más de lo meramente formal o académico, ya que permiten tejer redes de conocimiento informal que también enriquecen al profesorado, sin duda.

El enfoque VUCA es un acrónimo de cuatro términos en inglés. Su origen está en el ejército de EEUU, y fue acuñado para referirse a la situación mundial tras la desaparición de la Unión Soviética en 1991, un auténtico cambio de escenario planetario, ya que se pasaba de dos bloques enfrentados y más o menos estáticos, a un panorama inestable. Recordemos las tesis de Fukuyama sobre el fin de la historia con el advenimiento de la democracia liberal en todo el mundo desarrollado y la caducidad de los regímenes comunistas (residuales en algunos países en vías de desarrollo y transformados en lo económico en China), la Historia sería sustituida por la estadística en una época aburrida, sin acontecimientos relevantes.

No nos extenderemos en ver de cuántas maneras ha desmentido la propia realidad estas propuestas teóricas. La verdad es que nuestra vida es más un entorno VUCA que una serie de ítems en una hoja de cálculo estadística, sin duda. Y esto, también en educación, pese a la tendencia a la previsibilidad de nuestro sistema educativo.

Las siglas que forman VUCA (o VICA, en español) responden a estos conceptos:

-Volatilidad: se vive en un cambio constante, donde es complicado fijar posiciones inamovibles. La misma historia de las comunicaciones nos puede ayudar a comprender esta volatilidad. Pasamos de escribir a mano, a la máquina de escribir, y de ahí al ordenador, tableta, teléfono... Grandes marcas como Olivetti, Nokia, se han quedado por el camino, por no hablar de Kodak en fotografía. 

-Incertidumbre (Uncertainty en inglés): consecuencia de la volatilidad y rapidez en los cambios de escenario, la confianza en el futuro, la situación de uno mismo con respecto a parámetros inestables, lleva a la falta de referentes y a la incertidumbre vital (como Bauman retrató tantas veces) y también social. Los populismos políticos pueden explicarse como una respuesta simple, poco meditada, en busca de certidumbre, de las viejas fórmulas rediseñadas.

-Complejidad: Las relaciones entre causa y efecto se difuminan, no se establecen con facilidad, al tiempo que la cantidad de información disponible (y convenientemente ocultada, no lo olvidemos) puede provocar infoxicación. En general, hay mucho ruido en comunicación, pero también aparecen factores y actores que aumentan la dificultad de comprensión de qué está pasando. La deriva de la política clásica es uno de los factores distorsionadores del panorama, ya que ha creado políticos inclasificables, como Donald Trump, y ha ensalzado el papel de las redes sociales en la política cotidiana.

-Ambigüedad: Fruto de lo anterior, tanto las políticas públicas como las decisiones privadas no son estables, tienen diversas lecturas y posibilitan consecuencias no pensadas. Sobre todo, se ha perdido la fe en las políticas sólidas, en un entorno de plena posmodernidad, en la que el análisis de la realidad tiene más componentes que nunca, lo cual no siempre redunda en una visión más completa, sino en la más políticamente correcta; pero, si hay tantos sectores a los que contentar (o no disgustar), es fácil quedarse en una política de gestos.

Encontraréis mucha información sobre este entorno en la red, mejor explicada de lo que yo he hecho, porque mi intención es ver si este entorno afecta a la educación y podemos servirnos del mismo para interactuar con la realidad, viéndola desde este análisis. Y, en mi opinión, la educación sufre también de un entorno VUCA, no se escapa de un entorno volátil, lleno de incertidumbre, complejo y, en ocasiones, ambiguo. 

https://www.iebschool.com/blog/educacion-en-
entornos-vuca-innovacion/
Creo que podemos coincidir en que la educación formal tiende a buscar la estabilidad, cosa lógica si se quiere perdurar y asegurar un entorno seguro a familias y estudiantes. De hecho, hemos comentado y criticado la sucesión innecesaria e injustificada de leyes orgánicas educativas, que, sin embargo, provocan cambios más bien cosméticos, a pesar de sus intenciones, como la LOMCE que todavía está aplicándose en los centros, al menos en algunos aspectos. Por tanto, la escuela no desea un entorno tan volátil, pero lo sufre. ¿Cómo? La inestabilidad afecta a la comunidad escolar en forma de fragilidad de relaciones personales, reconstitución de familias, problemas laborales y, evidentemente, la falta de trabajo, agravados todos estos por la persistencia de la pandemia del COVID19. El neoliberalismo afecta ya directamente a nuestras vidas, no sólo económicamente, sino también en la estabilidad de las relaciones, con una mentalidad consumista, si se permite el símil, en la que lo permanente pierde atractivo. 

También es verdad que el profesorado que tiene su plaza de funcionario público supone, a nivel laboral, una isla enmedio de un océano de contratos temporales, cambio continuo de empresas, precarización de las condiciones laborales. Y este factor debería ser tenido en cuenta por nosotros, los docentes de carrera, que tenemos asegurado el sueldo y la plaza laboral de manera indefinida, definitiva, aunque en ocasiones cueste llegar a ella. Atención, no estoy atacando esta manera de funcionar; pero sí comento que hoy en día no es lo habitual, por la deriva que está tomando el mercado de trabajo, cada vez más volatil (en contra de los trabajadores).

Por otra parte, la relación con el conocimiento se ha complejizado, puesto que la escuela comparte espacio con agencias comunicativas potentes, muy atractivas para nuestro alumnado, mientras que la actividad en las aulas no puede competir en rapidez, en espectacularidad tantas veces; creo que lo sensato no es buscar la competencia, sino la complementareidad, teniendo claro que los hábitos y los fundamentos del conocimiento se adquiere, todavía hoy, en la escuela, pero no en régimen monopolístico. Don't cry over spilled milk, según el dicho inglés: no sirve de nada lamentarse por el pasado, como vemos los que seguimos en el aula con un cierto bagaje de años en la misma. Todo está en la red, se suele decir; pero las herramientas para discernir y separar el grano de la paja no están en la red, han de ser incorporadas por cada aprendiz, cada estudiante, para construir un criterio propio. Ahí, el papel de la escuela sigue siendo insustituible por regla general.

Al mismo tiempo, el ejercicio de la autoridad en las aulas también se ha vuelto más ambiguo, ya que estamos más expuestos a la crítica de la comunidad educativa y de los medios de comunicación, quienes se acercan a la educación en busca del espectáculo, puesto que es, en esencia, su único objetivo, como ya dijo Débord hace tanto. Como he dicho tantas veces, la accountability, rendición de cuentas de la acción, la explicación de lo que se hace, es la respuesta. Y si no se puede explicar públicamente la práctica, no debería hacerse.

Y ha aumentado el nivel de hiperprotección paterna, al tiempo que la sensibilidad hacia fenómenos como el acoso escolar. Está bien que se tome en serio el acoso (yo lo hago siempre como docente y cuando he sido directivo), pero también veo que cualquier discusión entre alumnos no puede significar acoso, y llevamos esa tendencia. En este curso tan complicado, es lógico que en ocasiones, por el cansancio pandémico y por las restricciones que sufre el alumnado y profesorado, suba la tensión en las aulas, los patios, el comedor escolar... Pero no hemos detectado que suban los casos de acoso escolar.

También vemos que hay que atender problemáticas nuevas: la desmotivación de una proporción importante del alumnado ya en primaria, la relación con las redes, la adicción a pornografía y a juegos de azar on line en secundaria, el videojuego como única fuente de diversión, que también lleva a la adicción, la disminución de la práctica deportiva, los problemas de salud por falta de dieta saludable... Ante esto, ¿qué hacemos? ¿Decimos que no es competencia nuestra? Por lo menos, la detección sí que lo es. Y olé por el profesorado que así lo entiende, porque se preocupa por sus alumnos.

Por último, la pandemia corrobora que vivimos en un entorno incierto. De acuedo en que es un hecho excepcional (o que ocurre una vez cada siglo, como pasó en 1920, hace eso, un siglo) pero nada hacía presagiar esta epidemia mundial hace solamente dos años, en abril de 2019. Y la escuela ha tenido que adaptarse a la no presencialidad en el último trimeste del curso pasado, y a la semipresencialidad en secundaria durante este curso. 

En definitiva, el profesorado ha de ser consciente del mundo en que se ejerce la docencia, en lo que hay más allá del aula... y también en lo que entra en el aula como influencia de lo exterior, las características cambiantes de nuestro alumnado, de su entorno, la problemática que también varía y que nos obliga a navegar en el entorno VICA, queramos o no. Mejor querer y aprovechar el ímpetu de la corriente. 


1 comentario:

  1. Es curioso que la única posición crítica sobre la organización general de la sociedad es sobre el supuesto "neoliberalismo" de la sociedad actual. Tengo curiosidad en que consiste ese "neoliberalismo" del que hablas. La RAE lo denomina:Teoría política y económica que tiende a reducir al mínimo la intervención del Estado. Como veo lo contrario ocurriendo en España, me sorprende lo que dices. Lo que hay en España es un clase alta política que se comportan en su mayoría como lugartenientes de la clase ultrarica globalista mundial, y lo hace contándole a sus votantes historietas con palabras superprogres

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