Se acaba 2025 y este año el balance de mi blog es bastante descorazonador, a nivel de artículos escritos. Mi intención es llegar a dieciocho, y bastante haré si llego a quince. Hay diversas razones para ello. La principal, tal vez, es es agotamiento que siento ante el debate educativo, que ha tomado la forma de guerra de trincheras al estilo de la I Guerra Mundial. De eso ya hemos hablado en otras ocasiones. Muchas veces, me pregunto para qué escribir, tanto en el blog como sobre todo en redes sociales.
Otra razón es el desapego que siento últimamente de los temas educativos, por causas personales y profesionales. Al final de mi carrera como docente, veo que no estoy acabando como me gustaría, y no por voluntad propia. Ese hecho también influye en el interés que he mostrado por opinar sobre educación, y que me llevó a abrir este espacio hace ya casi catorce años.
Además, el declive de la blogosfera es un hecho. Hace poco, en una presentación de formación educativa, una interviniente habló de los antiguos blogs. La rapidez con que unos medios suceden a otros también se ve en internet: tener un blog ya no está de moda, a pesar de que sigue habiendo algunos relevantes (los que aceptaron no estar de moda, supongo).
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https://www.anagrama-ed.es/ |
El libro que comento hoy, Laboratorio lector, es más reciente, de 2019 y tiene una intención eminentemente práctica, de ayuda a la enseñanza de la lectura. Como en el libro anterior, también tiene edición en catalán y castellano. Esta última, que es la que he utilizado, está en Anagrama. Son veinte capítulos dedicados a diversas técnicas y aspectos de la lectura: mecánica ocular, automatismos, buscar información, inferencias... presentados de forma sencilla y rigurosa a la vez. La novedad que viene implícita en el nombre es que cada capítulo incluye unas prácticas de lectura relativas al contenido del mismo, con las soluciones. Así, se puede utilizar en clase para afianzar prácticas de una manera entretenida, puesto que se puede tomar como un pequeño reto.
También se acerca al mundo de la red, evaluando la calidad de los contenidos de páginas web o abordando el concepto de posverdad, citando a McIntyre. Hay un capítulo dedicado al uso adecuado de Wikipedia, por ejemplo.
Como podemos ver, es un libro útil para el profesorado, en que aparecen conceptos que quizá no hemos estudiado o no recordamos (movimientos sacádicos, por ejemplo, que usamos en la mecánica ocular). Sostengo que la formación que hemos recibido sobre lectoescritura es mejorable, y sigue siéndolo. Necesitamos actualización, conocimiento consolidado y poner en duda nuestra manera de actuar en el aula. Como he dicho tantas veces, no podemos tomar nuestra experiencia como aprendices para basar cómo enseñamos la lectura: falta consistencia. En ese sentido, esta obra breve supone una ayuda práctica desde su planteamiento.
Ojalá nuestras aulas fueran laboratorios de lectura, tomando como referencia el conocimiento experto disponible. Seguro que se vería la mejora.
