El anterior artículo publicado en estas páginas hacía referencia al Día Escolar de la Paz y la No Violencia. En el mismo, se mencionaba la necesidad de crear una cultura de paz. La película que comentamos a continuación puede ser una ayuda más en esa creación.
Se ha estrenado, hace unas semanas, una película europea con muchas de las virtudes del cine continental: buen guion, buena dirección y excelentes interpretaciones. "La ladrona de libros", adaptación del libro homónimo de Markus Zusak (que es australiano, a pesar de su apellido eslavo) publicado en 2005. Cuenta la historia de Liesel Mamminger, niña adoptada en 1938 por una pareja alemana de mediana edad con dificultades económicas.
El reparto es un lujo: Geoffrey Rush y Emily Watson, los padres adoptivos; la joven Sophie Nélisse, a quien pudimos ver en otra cinta memorable, Profesor Lahzar. Bien secundados por los actores de reparto y dirigidos por Brian Percival, que pausa el ritmo narrativo -un poco lento en algún momento, para mi gusto- e impregna la película de momentos íntimos, casi en penumbra, al tiempo que nos presenta retazos de la realidad alemana de la preguerra y de la contienda.Todo ello acompañado por la música de John Williams.A continuación intentaré argumentar por qué, además de su valor artístico, La ladrona de libros tiene unos innegables valores educativos que pueden ser utilizados en la etapa secundaria y en bachillerato.
La película muestra una realidad poco divulgada en el cine: la vida en la retaguardia, en este caso en un pueblo alemán donde la vida está condicionada por el nazismo y, ya durante la guerra, por la lógica bélica, una lógica terrible de reclutamientos, delaciones, búsqueda de fugitivos, hambre y, desde 1942, bombardeos nocturnos. Me parece muy interesante que se conozca ese aspecto: la guerra afecta no sólo a los soldados, sino a las familias, las escuelas, la sociedad que no combate.
http://www.aindadvd.com/peliculas/drama /la-ladrona-de-libros.html |
La pequeña Liesel, que acaba de aprender a leer, no puede entender que se quemen los libros, que tanto la fascinan.
La escena tiene una gran fuerza narrativa y permite observar una constante en los regímenes autoritarios: el control de la opinión, la destrucción física del pensamiento no afín.
La escena tiene una gran fuerza narrativa y permite observar una constante en los regímenes autoritarios: el control de la opinión, la destrucción física del pensamiento no afín.
La persecución de los judíos también aparece con toda su crudeza. Frente al silencio, mirar a otra parte o la indiferencia, que tanta población alemana practicó, se plantea un dilema basado en la gratitud, y que no desvelaré aquí. La situación que se produce alterará la vida de Liesel y su nueva familia, mostrando lo mejor de cada miembro. En especial, el padre, que no ha querido ingresar en el partido nazi, y que ha de soportar el desempleo, las miradas recriminatorias y, cuando se significa en defensa de un vecino "sospechoso" de ser judío, la brutalidad de la policía política del régimen.
Los personajes secundarios permiten ver las posturas que convivían en la sociedad alemana. Encontramos al simpatizante nazi que se aprovecha de su posición, abusando y amenazando. Está también el joven noble que no se significa hasta que la guerra le afecta. Y tanta gente que pensaba que la guerra sería un episodio corto que devolvería a Alemania su esplendor continental.
Pero, sobre todo, me emociona el amor de Liesel por los libros. Con una historia personal devastadora, la pequeña Liesel aprende a leer con la ayuda de su padre adoptivo y... un manual para sepultureros. ¿Cómo no reconocernos en su sorpresa en la fastuosa biblioteca que descubre? Su afán por encontrar nuevas lecturas la llevará a correr riesgos y aventuras. Y abrirá en ella una afición que se transformará en pasión por las letras, como lectora y posteriormente como escritora. Una luz que sobrevive entre tanta tiniebla.
Como he dicho, muchos aspectos que pueden usarse educativamente, en un formato dignamente realizado y que emociona a la vez que anima a reflexionar. No se la pierdan.
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